Rayos que abren pájaros/ Gonzalo Acosta Tito
Dos momentos invocaron siempre a un poeta: el relato del Génesis y la pérdida del Paraíso, o la caída. Quizá porque el poeta es esa clase de artista que fue el primero que vio, sintió y cantó ese tiempo fuera del tiempo, aquellos días, anteriores y fuera de la historia vana de las guerras y las conquistas, del “progreso” y la “barbarie” que aún hoy nos siguen recordando que hubo un tiempo donde la palabra hermandad no era una mera palabra sino un acto cotidiano; un illud tempore en que la mariposa que voló después de la lluvia no desató una tormenta en oriente, y el venado que bebió aquella agua del estanque no fue ametrallado sino por la luz de la Gracia.
Gonzalo Acosta Tito se adentra en el misterio para recorrer la escondida senda y descubrir el retomado gesto de que a veces amanece y unas garzas sobrevuelan por sobre la mirada y es blanco el presente y por un instante, quizás, como mirando con el rabillo del ojo, por un instante el Paraíso es recobrado.
Saludo este libro de monje-poeta, lleno de pájaros y de rayos que crean pájaros porque nos recuerda que el primer acto de nuestra existencia fue besar el barro, como nos contó Odiseas Elytis, al modo de un renacido Adán, ya en la historia.
Juan Meneguín